lunes, 9 de noviembre de 2009

El camino del samurai

Los Samurais

La historia de los Samurais es tan fascinante como compleja, en los años del japón feudal exitieron estos señores, guerreros y administradores de la ley y el orden durante casi 800 años. Los samurais se remontan desde antes del período Heian pero no fue hasta la transición del Heian al Kamakura cuando se hicieron sentir como tales y cuando adquirieron su famoso nombre Samurai, ya con su espada doblada y de un filo, idea sacada de los barbaros saqueadores, se encargaron durante su reinado en establecer las bases culturales actuales del Japón, sus costumbres, el camino de la perfección y el honor y respeto a sus amigos y enemigos con toda su mitología y fantasía.
A continuación una pequeña reseña de los q fueron estos super guerreros que en su tiempo eran considerados los mejores soldados del mundo, entrenados y capacitados para que un solo samurai se enfrentara a 4 soldados de su época sin ningun problema, con todo y sus artes marciales, el uso de las armas y el amor y respeto que le tenían a la naturaleza.


El Bushido

En Japon la clase guerrera era conocida como Samurais, tambien llamada Bushi. Formaron una clase durante los siglos IX y XII. Emergieron de las provincias de Japon para transformarse en la clase gobernante, hasta su declive y total abolicion en 1876, durante la era Meiji. Los samurais eran luchadores, expertos en las artes marciales. Tenian notable habilidad con el arco y la espada. Tambien eran grandes jinetes. Eran hombres que vivian siguiendo el Bushido; era su modo de vida.La lealtad total del samurai era para su Emperador y para su Daimyo. Eran honestos y de total confianza. Vivian vidas frugales, sin interes en la riqueza y cosas materiales, pero con gran interes en el orgullo y honor. Eran hombres de valor verdadero. Los Samurais no temian a la muerte. Entablarian batalla sin importar cuales fueran las dificultades. Morir en la batalla reportaria honor a su familia y a su señor.

Los samurais preferian luchar solos, uno contra otro. En batalla un Samurai "invocaria" el nombre de su familia, Rango y hazañas. Entonces buscaria un oponente de similar rango y batallarian. Cuando el Samurai acaba con su oponente le decapita, para asi tras la batalla retornar con las cabezas de los oponentes vencidos que acreditan asi su victoria.
Las cabezas de los generales y aquellos con alto r
ango eran transportadas de vuelta a la capital y mostradas en las celebraciones y similares.



La unica salida para un Samurai derrotado era la muerte o el suicidio ritual: seppuku.
Los samurais fueron la clase dominante durante 1400 y 1500.
En 1600 era el tiempo de la unificacion, las luchas en Japon habian cesado.
Entonces, avanzado el final de la era Tokugawa, en los ultimos 1700 Japon comenzo a moverse hacia una vida mas modernizada, mas "Occidental". No habia necesidad para los hombres luchadores, para los guerreros, para los samurais. Los samurais y su modo de vida fueron oficialmente abolidos en los primeros años de 1870, pero no fueron olvidados del todo.

La Espada
El Sengoku fue un período bastante anárquico. Hasta los campesinos solían ir armados. Sin embargo, los samurai eran los únicos que podían llevar dos espadas, llamadas daisho, como
distintivo de su estatus exclusivo como guerreros. Estas dos armas, la larga katana y la wakizashi, más corta, se llevaban juntas, aunque normalmente no se utilizaban a la vez como armas. Miyamoto Musashi se salía de la norma porque en su estilo "Dos Cielos" se utilizaban las dos espadas al mismo tiempo. También merece la pena mencionar otro tipo de espada, el no dachi. Estos enormes mandobles sólo los usaban los soldados de a pie.



Los samurai utilizaban la katana para defenderse y atacar y, por eso, nunca incluyeron como defensa los escudos, a diferencia de los caballeros europeos. Gracias a la resistencia del acero, podían bloquear y desviar golpes que habrían hecho añicos cualquier arma de acero ordinaria. Por otro lado su cortante filo le otorgaba la habilidad de rebanarle hasta los huesos a un oponente. Estas dos cualidades eran el resultado de la destreza y experiencia que los espaderos habían acumulado a lo largo de siglos de experimentación. Ninguna otra espada, ni siquiera el famoso acero toledano, pudo compararse con estas armas japonesas.

La espada de un samurai se fabricaba mediante muchas capas de hierro y acero. Ambas se alisaban a martillazos y se doblaban muchas veces hasta conseguir un "sándwich" de muchas capas. Por cada forjado se duplicaba el número de capas de metal de una espada. Así se le proporcionaba a la espada una gran dureza, cuando se fundían el acero y el hierro juntos. El hierro aportaba flexibilidad a la hoja, mientras que el centro de acero se podía endurecer hasta conseguir un filo perfecto. El proceso final del forjado era especialmente ingenioso. Se cubría la hoja con arcilla de diferente grosor a lo largo de la misma: fina en el filo cortante y gruesa hacia el extremo. Cuando una vez cubierta de arcilla se calentaba y después se enfriaba, bajaba de temperatura a diferente velocidad y los cristales de metal a cada punta de la hoja terminaban adquiriendo diferentes tamaños. Eran grandes donde se había puesto arcilla final y por tanto flexibles, y pequeños en el filo para formar un extremo firme que podría afilarse. Una vez lustrada, el cambio del acero más blando y el filo más duro quedaban como la yakiba, una línea que se parece a una ola que rompe.
El resultado de todo esto era una espada que podía cortar a un hombre en dos, literalmente. A veces los criminales condenados a muerte servían para probar las nuevas espadas, pero era más normal tomar un manojo de ramas y bambú o utilizar cadáveres.

La espada se convirtió en el "alma del samurai" que la blandía y muchas se convirtieron en reliquias de familia. Hasta en la Segunda Guerra Mundial, algunos oficiales recubrieron sus espadas de familia con accesorios apropiados para el ejército y las utilizaron de forma activa Las espadas que se llevaban a casa los oficiales aliados como recuerdos de guerra de las batallas de Asia y el Pacífico se siguen reconociendo hoy en día como aceros antiguos y valiosos.


Los códigos del samurai

Estos son los siete principios
que rigen el código de Bushido, la guía moral de la mayoría de samurai de Rokugan. Sed fieles a él y vuestro honor crecerá. Rompedlo, y vuestro nombre será denostado por las generaciones venideras.


1. GI - Honradez y Justicia

Sé honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la Justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia.


Para un auténtico samurai no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia.


Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.


2. YU - Valor Heroico

Álzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir.


Un samurai debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte.

Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.


3. JIN - Compasión

Mediante el entrenamiento intenso el samurai se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos.


Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.


4. REI - Cortesía

Los samurai no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurai es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales.


Un samurai recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros.


5. MEYO - Honor

El Auténtico samurai solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quien eres en realidad.


No puedes ocultarte de ti mismo.


6. MAKOTO - Sinceridad Absoluta

Cuando un samurai dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará.


No ha de "dar su palabra." No ha de "prometer." El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer.


Hablar y Hacer son la misma acción.


7. CHUGO - Deber y Lealtad

Para el samurai, haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo" le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan.


Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel.


Las palabras de un hombre son como sus huellas; puedes seguirlas donde quiera que él vaya.


Cuidado con el camino que sigues.

Descalzarse para ingresar en un recinto blanco y minimalista en el que se celebra la ceremonia del té o hallar la paz admirando algún jardín santuario circundado de lagos, colinas y puentecitos: estas son algunas de las prácticas milenarias que despiertan la atención de los turistas, conduciéndolos hasta su país de origen. De visita en Japón, El Viajero Ilustrado habrá de
encontrarse con otra legendaria tradición, últimamente fagocitada por la industria del cine: la de los samurais. ¿Era sólo técnica aplicada al dominio de las armas lo que los volvía tan implacables? ¿O habían descubierto fuentes extraordinarias de fortaleza y valor en la contemplación de la belleza y la naturaleza? Viendo a Uma Thurman o a Tom Cruise blandir el sable, El Viajero se interroga sobre lo que hay de mito y de realidad en películas como Kill Bill o El último samurai.

La palabra samurai significa literalmente "servir". La historia de esta clase militar que permaneció vigente más de mil años comenzó en el siglo XII al servicio del emperador. Siendo un país dividido por empinadas montañas, la isla nipona era una tierra difícil de controlar para un gobierno central. El emperador necesitaba huestes de guerreros montañeses capaces de hacer sentir todo el rigor de la autoridad, aún en las aldeas más remotas. Surgieron entonces estos sirvientes- guerreros-recaudadores de impuestos pero, con el transcurso del tiempo, cayeron en la cuenta de que podían ser mucho más. A fines del período Heian, alrededor del año 1200, los samurais tomaron el control de las tierras y distritos que antes administraban para el emperador y establecieron un nuevo gobierno.

Durante esta etapa, los samurais, dominaban la jerarquía social y gozaban de muchos privilegios. Las influencias que templaron su férreo carácter fueron tres: el budismo zen, el shinto y las enseñanzas de Confusio. El zen no fomenta la violencia pero la apoya en forma pasiva, debido a su actitud respecto de la muerte. Provenientes de ésta doctrina, la indiferencia frente a las privaciones físicas y la terquedad atrajeron particularmente a la clase samurai, así como la creencias estoicas basadas en la fe en el destino y la sumisión a lo inevitable, que tomaron de la misma fuente. El culto del shinto recalcó la suprema lealtad al soberano, la adoración a la naturaleza y los antepasados y el patriotismo. De Confusio, filósofo chino del siglo IV a.C., heredaron una actitud compasiva y tolerante. Estrechamente vinculados, estos códigos portaron el fundamento para el bushido, doctrina moral y filosófica de los samurais que puede traducirse como "código de conducta adecuada para el caballero combatiente japonés". El Viajero Ilustrado advertirá que muchos años después encontramos esta misma psicología en los escuadrones suicidas y los aviones kamikaze, literalmente "pilotos del viento divino".

El Seppuku o Hara Kiri


El seppuku era parte de la clave del bushido, l código de los guerreros samurái. El seppuku podía ser voluntario, usado por los guerreros para evitar caer en manos del enemigo o para expiar un fallo al código del honor, u obligatorio, por mandato de un señor feudal (daimyō), shōgun o tribunal en caso de que un samurái cometiera un delito de asesinato, robo, corrupción, etc. En tal caso, lo habitual era poner al acusado bajo la custodia de un daimyō de confianza, concendiéndosele un plazo para la consumación del seppuku. De no producirse, el reo era automáticamente ejecutado. Lo normal era que se efectuase el seppuku en su debido tiempo, ya que la familia de un ejecutado heredaba su deshonor y era despojada del patrimonio a su cargo, lo que significaba perder la pertenencia a la casta samurái y prácticamente morir de hambre en muchos casos.

Previamente a ejecutar seppuku se bebía sake y se componía un último poema de despedida llamado zeppitsu o yuigon, casi siempre sobre el dorso del tessen o abanico de guerra. En el fatídico momento, el practicante se situaba de rodillas en la posición 'seiza', se abría el kimono (habitualmente de color blanco, que aún hoy sólo visten los cadáveres), se metía las mangas del kimono bajo las rodillas para impedir que su cuerpo cayera indecorosamente hacia atrás al sobrevenirle la muerte; envolvía cuidadosamente la hoja del 'tantō' (daga de unos 20 - 30 cms) en papel de arroz, ya que morir con las manos cubiertas de sangre era considerado deshonroso; y procedía a clavarse la daga en el abdomen. El ritual completo consistía en clavarse el tantō por el lado izquierdo con el filo hacia la derecha; cortar hacia la derecha firmemente y volver al centro para terminar con un corte vertical hasta casi el esternón. Pero, naturalmente, esto resultaba demasiado doloroso y al mismo tiempo desagradable para el público. Fácilmente podía resultar en la salida de parte del paquete intestinal que se desparramaría por el suelo. Además el samurái no moría al instante, sino que sufría una agonía de varias horas. Puesto que ni el practicante de seppuku quería sufrir tanto, ni al público le apetecía contemplar ese macabro espectáculo, se ponía a disposición del practicante un ayudante en el suicidio, kaishaku en japonés. Este kaishaku era a menudo seleccionado para tal fin por el propio condenado. Numerosas veces era un amigo o un familiar. Su misión era permanecer de pie al lado del practicante y decapitarlo en el momento apropiado. Ese momento solía ser establecido de antemano a voluntad del suicida. Lo más habitual era acordar una señal que tendría que dar el que se disponía a morir, tras la cual el ayudante actuaba con rapidez mortal. En la mayoría de los casos, las víctimas no llegaban a clavarse el tanto y el simple ademán de empuñar la daga y acercársela constituía la señal para el kaishaku. Algunos samuráis cuantificaban el valor de los practicantes del seppuku según lo lejos que habían llegado en la práctica de ritual antes de que el ayudante procediera a la decapitación, siendo considerados de excepcional valor los que llegaban a practicarse el corte vertical hacia el esternón.

Los Ronin
Un ronin (literalmente "hombre ola" – un hombre errante como una ola en el mar) era un samurái sin amo durante el período feudal de Japón, entre 1185 y 1868. Un samurái podía no tener amo debido a la ruina o la caída de éste, o porque perdía el favor de éste.


La manera más sencilla que había para que un samurái acabara siendo ronin era a través del nacimiento. El hijo o hija de un rōnin también era rōnin, siempre que no renunciara a su estatus. A menudo el rōnin por nacimiento soñaba con demostrar su valía para poder jurar lealtad con un clan, convirtiéndose así en un verdadero y auténtico samurái. Aunque esto ocurriera de vez en cuando, era algo infrecuente, reservado a los más talentosos, pues pocos daimyō estaban dispuestos a sentar un precedente permitiendo que un rōnin entrara en su clan. Más a menudo los rōnin eran enviados en ciertas misiones con la promesa de la admisión, para luego negársela basándose en algún tecnicismo.

Uno de los más famosos rōnin fue Miyamoto Musashi, el afamado espadachín.

Los últimos samurais

Los cambios tan abruptos y masivos en la cultura japonesa, como en el caso de la vestimenta, les resultaba a los samuráis como una traición del jōi, parte del Sonnō jōi, que había servido para justificar la expulsión del shogunato Tokugawa. Saigō Takamori, uno de los líderes más viejos en el Gobierno Meiji, estaba particularmente preocupado por la creciente corrupción política. Después de una serie de diferencias con el gobierno, renunció a su cargo y se retiró al dominio de Satsuma. Ahí estableció academias donde todos los estudiantes tomaban un entrenamiento e instrucción en tácticas de guerra. Las noticias acerca de las academias de Saigō fueron recibidas con gran preocupación en Tokio. El gobierno acababa de hacer frente a algunas pequeñas pero violentas revueltas de samuráis en Kyūshū, y el número de partidarios con que contaba en la región de Satsuma resultaba alarmante.

El 12 de febrero de 1877, Saigō se reunió con sus terratenientes Kirino Toshiaki y Shinohara Kunimoto y anunció su intención de marchar a Tokio para entrevistarse con el gobierno. Sus tropas comenzaron a avanzar, y para el 14 de febrero la avanzada arribó a la prefectura de Kumamoto. El General Tani Tateki, comandante del Castillo Kumamoto, contaba con 3.800 soldados y 600 policías a su disposición. Ya que muchos de sus hombres eran de Kyūshū y muchos a su vez originarios de Kagoshima (pueblo natal de Saigō), decidió no arriesgarse a deserciones o traiciones y permaneció a la defensiva.

El 19 de febrero a las 13:15 horas se hicieron los primeros disparos por parte de los defensores del castillo, al momento en que unidades de Satsuma intentaban forzar la entrada al mismo. El 22 de febrero, la armada principal de Satsuma arribó y atacó el Castillo Kumamoto en un movimiento de pinzas. La batalla continuó hasta la noche y las fuerzas imperiales que habían salido a su encuentro se retiraron. Aun con el triunfo, el ejército de Satsuma no pudo tomar el castillo y se dieron cuenta de que los conscriptos que integraban las fuerzas imperiales no eran tan ineficientes como habían supuesto en un principio. Después de dos días de infructuoso ataque, las fuerzas de Satsuma cavaron alrededor del castillo y trataron de asediarlo. Durante el asedio, muchos de los ex-samuráis de Kumamoto desertaron hacia el bando de Saigō, aumentando sus fuerzas alrededor de los 20.000 hombres. Mientras tanto, el 9 de marzo, Saigō, Kirino y Shinohara fueron despojados de sus cargos y títulos oficiales desde Tokio. No obstante, Saigō argumentaba que no era un traidor, sino que sólo buscaba quitarle al emperador las malas influencias de consejeros equivocados y corruptos.

El principal contingente de la Armada Imperial, bajo las órdenes del General Kuroda Kiyotaka y con la asistencia del General Yamakawa Hiroshi, arribó a Kumamoto en auxilio de los ocupantes del castillo el 12 de abril. Esto hizo que las tropas de Satsuma, que ahora estaban en completa desventaja numérica, huyeran. Después de una constante persecución, Saigō y sus samuráis restantes fueron empujados de vuelta a Kagoshima, donde se llevaría a cabo la batalla final: la Batalla de Shiroyama. Las tropas de la Armada Imperial comandadas por el General Yamagata Aritomo y los marines comandados por el Almirante Kawamura Sumiyoshi sobrepasaban las fuerzas de Saigō sesenta a uno. Las tropas imperiales pasaron siete días construyendo y elaborando sistemas de presas, muros y obstáculos para prevenir que se escaparan. Cinco barcos de guerra se unieron al poder de la artillería de Yamagata y redujeron las posiciones de los rebeldes. Después de que Saigō rechazó una carta solicitando su rendición, Yamagata ordenó un ataque frontal el 24 de septiembre de 1877. Para las 6 de la mañana, sólo 40 rebeldes estaban aún con vida y Saigō estaba herido de muerte. Sus seguidores aseguran que uno de ellos, Beppu Shinsuke actuó como kaishakunin y ayudó a Saigō a cometer seppuku antes de que pudiera ser capturado. Después de la muerte de Saigō, Beppu y el último samurái en pie alzaron sus espadas y se dirigieron cuesta abajo hacia las posiciones imperiales, hasta que cayó el último de ellos por los disparos de las ametralladoras Gatling. Con estas muertes, la rebelión Satsuma llegó a su final.

Saigō Takamori fue etiquetado como «héroe trágico» por la gente el 22 de febrero de 1889 y el Emperador Meiji perdonó a Saigō post-mortem en 1891. Actualmente es considerado por algunos historiadores como el verdadero último samurái.



Fuentes:
http://www.clarin.com/
http://es.geocities.com
http://www.redmarcial.com.ar
http://www.wikipedia.org/
http://www.taringa.net/
http://www.personal.able.es

viernes, 6 de noviembre de 2009

Nuevo disco de Shadow Gallery


Después de escuchar tan fantásticas obras como Tyranny (1998) y Room V (2005) la fantastica banda estadounidense oriunda de Allentown, Pennsylvania nos regala esta magnifica obra DIGITAL GHOSTS. Una exquisita obra musical que va desde lo mas sádico hasta lo más masoquista musicalmente hablando, con paisajes de un va y ven paradisiacos en algunas ocaciones y con explosiones atómicas de virtuosismo que, sin abusar como muchos grupos de hoy en día, nos dan una amalgama de buen ROCK PROGRESIVO en su máxima expresión.

Muchos pensaron que la banda no seguía después de la muerte de su gran vocalista Michael A. Backer, pero la cosa no era así no mas, el grupo siguió y después de algunas audiciones se unió al sexteto Brian Ashland que con gran ejecución vocal se acopló a la perfección al alto nivel requerido como suele acostumbrarnos esta banda y la vuelta del batero Joe Nevolo.

En mi opinión, le podría dar un 9.5 de 10, es un disco que se puede escuchar de principio a fin sin cansar....

Super recomendado